Martín Esparza Revista Contralínea
Al estudiar las responsabilidades de los legisladores en su obra La Política,
el filósofo griego Aristóteles estableció que “el primer deber del
hombre de Estado consiste en conocer la Constitución”, tesis que debe
mover a esta imprescindible reflexión a quienes en México forman parte
de un Congreso de la Unión, donde la mayoría de sus integrantes
desconocen los fundamentos contenidos en la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos y su sentido de igualdad y justicia social.
Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que algunos ni siquiera la
han consultado en su vida.
La
proposición aristotélica señala, por tanto, que si la función principal
de los legisladores es la producción de leyes, éstas en consecuencia
deben ajustarse a la Constitución vigente, por lo que es indispensable
conocerla o al menos tener una noción básica de su contenido. Y nos
preguntamos: ¿cuántos de los ahora exdiputados de la LXII Legislatura
que aprobaron las reformas estructurales y toda la gama de leyes
secundarias, en conjunción con los senadores, habían estudiado lo
referente a nuestra ley fundamental?
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