Para enfrentar la brecha entre ricos y pobres
Revista Siempre
Los políticos de todo el mundo deben estarse preguntando qué hacer ante la indignación global expresada el pasado 15 de octubre en 951 ciudades de 82 países, cuando millones de personas salieron a las plazas públicas a exigir a sus gobiernos un cambio de timón en el actual modelo económico, donde el neoliberalismo y su capitalismo salvaje han dejado, en los últimos tres años, 50 millones de cesantes y han agigantado la brecha entre ricos y pobres, llevando a la pauperización a amplios sectores sociales.
El mensaje es claro: el planeta está a punto de reventar si los políticos no asumen su papel como rectores de las economías en la defensa de los intereses de quienes menos tienen.
México, por supuesto, no es la excepción y prueba de ello es el crecimiento desmedido de monopolios como la voraz firma WalMart que amén de estar aniquilando el pequeño comercio, a las tiendas de barrio, ejerce un modelo de explotación laboral indignante, llevándose además sus multimillonarias ganancias fuera del país.
Dicho modelo económico ha llevado a la quiebra a países como Grecia y ha puesto en las puertas de la miseria, en la última década, a 40 millones de norteamericanos que ahora se manifiestan con encono en movimientos sociales como “Ocupen Wall Street”, en Nueva York; se estima que en nuestro país, tan sólo en 2011, aumentará en 2.5 millones la cantidad de mexicanos en situación de miseria que luchan por comer al menos una vez al día.
Por eso, ha llegado el momento en que la clase política debe hacer un alto e ir a una profunda reflexión sobre qué hacer sin demora alguna. Es por eso que cobra interés especial el análisis sobre las propuestas que algunos precandidatos han hecho sobre la posibilidad de integrar para el 2012 un gobierno de coalición que busque, antes que los intereses de facciones o partidos, beneficios directos para la sociedad en su conjunto.
Es lamentable que teniendo México una Constitución justa, su aplicación sea letra muerta permitiendo con ello los excesos no sólo de los políticos en el poder sino de la clase empresarial en su conjunto.
Y es esta irresponsabilidad de quienes ejercen el poder lo que ha hecho que la brecha entre ricos y pobres sea cada vez mayor; la Constitución establece la obligación del Estado por velar para que la población cuente con un salario remunerador que le permita tener una vida digna, pero en el peor de los contrasentidos, no sólo no se obliga a los patrones a otorgar a sus empleados una remuneración justa sino que es el propio gobierno el que alienta el desempleo como sucedió con la extinción de Luz y Fuerza del Centro donde de la noche a la mañana se lanzó a la calle a 44 mil trabajadores.
Resulta insultante que en un país con tantas riquezas como el nuestro haya un reducido sector social que pueda darse el lujo de comprar autos de un millón de pesos cuando hay millones de habitantes que no tienen siquiera para llevarse un pan a la boca por culpa de consentir el ejercicio indiscriminado de un capitalismo salvaje, insensible a las más elementales demandas sociales.
El integrar un probable gobierno de coalición como lo han planteado personalidades como el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, aparece como una opción válida en los momentos coyunturales que enfrenta no sólo México sino el mundo, siempre y cuando quienes se sumen al mismo sepan escuchar las demandas de la sociedad.
El movimiento de los indignados del mundo apenas comienza, y en México desde el pasado primero de septiembre, el Sindicato Mexicano de Electricistas dio una muestra de su convocatoria social al realizar en la plancha del Zócalo el evento de “Mexicanos Indignados” en el que participaron representantes de las más diversas organizaciones civiles, políticas y gremiales. Ha llegado el momento de que la gente se exprese y exija de los políticos la aplicación de un modelo económico más justo
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