16 jun 2010

Nueva entrega un trabajador una historia Jesus Alcalá



Nombre: Jesús Alcalá Aguilar

Huelga de hambre: 25 Abril – 12 junio : 49 días en huelga de hambre

Edad: 42 años

Puesto en LyFC: Superintendente A de los grupos de baja tensión

Se llama Jesús Alcalá, aunque todos le llaman por su título y su apellido, así: ingeniero Alcalá. Durante más de una semana mantuvo un pulso simbólico con el otro ingeniero de la carpa grande, Cayetano Cabrera. El pulso era imaginario –como ambos hombres admitieron- pero la imagen era devastadora: dos ingenieros en lucha contra su propio organismo, resistiendo los estragos del hambre y del tiempo. Me acuerdo mucho de esa imagen, aunque ahora Cayetano esté solo en la fila. Me acuerdo de los dos hombres que han querido levantar la bandera que orgullosamente portan en su corazón –la del Grupo de Ingenieros, ese estandarte tan conocido en las marchas del SME-. Me acuerdo hasta de algo que no tiene nada que ver: de una canción de la guerra civil española. Habla de puentes sobre un río y dice: Diez mil veces que los tiren / Diez mil veces los haremos / Tenemos cabeza dura / los del cuerpo de ingenieros…

Se llama Jesús Alcalá. Estudió ingeniería industrial gracias al tremendo esfuerzo familiar de sus padres y hermanos. Trabajó, como toda la familia –son once hermanos- en el Rastro de Ferrería desde que tiene memoria. A los cinco años andaba ya contribuyendo a la economía familiar: cuidando cosas, ayudando a cargar a las señoras, lo que fuera. Le tocó en suerte nacer de los últimos, y así pudo estudiar. Cada mañana su madre le daba un licuado para aguantar todo el día, y su padre le daba un peso para ir a la universidad: un solo peso, para pagarse el pasaje. A los 17 años ya estaba sindicalizado e iba a las sesiones de cine del SME. Acabó la carrera y entró en LyFC ayudado por su hermano. Como todos los ingenieros, pasó un examen antes de obtener el puesto. Dice que todo en su vida se lo debe a sus padres y a su sindicato: es por ello que en esta lucha está dispuesto a todo. Ha llegado a dar hasta cinco entrevistas diarias. Calcula que en total ha concedido tal vez hasta 30 entrevistas. Esta, dice medio en broma, será tal vez la última. La última en la huelga de hambre, claro está. Tuvo razón: al día siguiente, por la mañana, se lo llevaron. Dos metros a su derecha, el ingeniero Cayetano debió verlo partir.

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