Las lluvias que se registraron en el valle de México entre el miércoles y la madrugada del jueves, provocaron severas inundaciones en distintos puntos de la capital y el área metropolitana, particularmente en su zona oriente; ocasionaron el rompimiento de dos diques del río de Los Remedios, cuyas aguas negras inundaron centenares de viviendas de los municipios de Nezahualcóyotl y Ecatepec; generaron interrupciones en el servicio de la línea 5 del Metro, y estropearon varios de los circuitos de la red de suministro eléctrico, lo que causó fallas en el servicio de luz y las correspondientes afectaciones a la vialidad, las telecomunicaciones y el abasto de agua en diversas zonas de la ciudad.
Por otra parte, las circunstancias climáticas llegan con el telón de fondo de una doble ofensiva emprendida por el gobierno federal: contra la ciudad capital –en lo presupuestal, en el abasto de agua, en el permanente golpeteo político y declarativo, y en la campaña de actores y dependencias federales para revertir las decisiones soberanas de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en materia de derechos reproductivos y de las minorías sexuales– y contra el Sindicato Mexicano de Electricistas. Esa doble ofensiva agravó considerablemente el impacto de las lluvias, en la medida en que la capacidad de respuesta de la Comisión Federal de Electricidad y de sus subcontratistas improvisadas ante los fallos en la red de distribución eléctrica (previsibles, esos sí) ha sido superada y demora mucho más del tiempo que le tomaba repararlos a los afiliados del Sindicato Mexicano de Electricistas y a Luz y Fuerza del Centro, la cual fue declarada extinta por decreto presidencial en octubre pasado, sin que se tomaran medidas mínimamente eficaces para asegurar el funcionamiento del cableado existente.
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