24 feb 2013

¿Liquidarme...? ¡NI MADRES!



Tras la extinción de Luz y Fuerza del Centro (LyFC) en octubre de 2011, el obtener recursos para pagar la renta, servicios básicos, alimentación, escuela de los hijos o medicamentos, se ha convertido en una lucha paralela a la de la prometida reinserción laboral. Integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) rechazan la liquidación que el gobierno federal les ofrece, y optan mejor por vender gelatinas, aguas de sabores, cigarros, comida, emplearse como taxistas o botear para subsistir.

“Hay quienes creen que no hacemos nada, se equivocan; permanentemente buscamos otras alternativas de empleo sin renunciar a nuestra lucha como electricistas y sin liquidarnos, pero a los lugares que vamos nos rechazan no por falta de capacidad, sino por haber trabajado en Luz y Fuerza del Centro”, lamenta Raúl González, quien se desempeñaba en la extinta paraestatal en el Departamento de Inspección. Norma Segura, quien es madre soltera, comparte sentimientos y expresa “desesperación”, pues comenta que su hija tuvo que dejar la carrera de licenciatura en Administración por falta de ingresos económicos. Auxiliar contable en el SME, la trabajadora comenta que ahora se debe dedicar al comercio informal vendiendo tortas, gelatinas, aguas, “o lo que pueda, para subsistir”.
Les ponen obstáculos

Igual ocurre con la mayoría de los trabajadores. “Nos dejaron en la calle y nos boletinaron, y a donde vamos a pedir trabajo ponen mil obstáculos, piden que nos liquidemos o nos rechazan de inmediato al saber que somos trabajadores en resistencia. Y lo somos, en defensa de nuestra fuente de empleo que nos quitó el gobierno de Felipe Calderón”, lamenta Gustavo Apolo Silva Jiménez, quien para tener recursos elabora y vende chocolates. Como inspector en LyFC percibía mil 800 pesos a la semana; con la venta de chocolates, entre 400 y mil pesos en el mismo periodo, lo que no le alcanza para mucho, por lo que agradece el apoyo que le han dado sus padres al permitirle vivir en su hogar.

Gustavo también comenta que ante el alargamiento del conflicto, que de antemano él lo preveía, se dedicó a buscar empleo en varias empresas pero, como lo han vivido sus compañeros, no lo aceptaban. “He insistido en emplearme de varias cosas en diferentes lugares, pero la respuesta siempre ha sido la misma, por eso me he autoempleado”. Con la compra de materia prima como azúcar, chocolate, esencia de ron, granillo para las trufas o el material para decorar sus productos, le queda poco, pero se da ánimo con el hecho de que “las ventas van mejorando poco a poco”. A sus 35 años, Gustavo Apolo Silva no pierde la esperanza de “ganar la lucha”, aunque expresa su coraje por el reciente fallo de los ministros de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que rompe la posibilidad de reinserción laboral y que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) sea patrón sustituto. “No me voy a liquidar aunque el actual gobierno insista en eso, y seguiré en la resistencia”, sostiene.

En busca de cualquier “chambita”

Como taxistas, vendiendo cigarrillos, dulces, comida o boteando, se ve a diario a ex trabajadores de LyFC por las calles, principalmente en la zona centro de la ciudad de México y cuando hay marchas o concentraciones de protesta, como sucede con Norma Segura, a quien vimos vendiendo tortas a 12 pesos y boteando para canalizar el dinero de esta última actividad a la resistencia sindical. “Si no me dan trabajo en alguna empresa, de alguna manera tengo que vivir. Tengo que pagar renta, alimentación y juntar para que mi hija regrese a la universidad, porque la tuvo que dejar al no tener dinero y sin alguien que nos ayude económicamente.

Yo soy madre soltera y pues tengo que dar un doble esfuerzo como muchas en mi situación”. Norma reconoce que es difícil dedicarse al comercio informal, pero comenta que a diario se levanta con ánimos de preparar tortas: “Voy por el pan muy temprano para que esté caliente y me apuro para preparar las tortas en mi casa y salir lo más temprano posible a venderlas. Y aprovecho también cuando hay alguna marcha para venderlas entre mis compañeros”, con quienes su producto tiene buena aceptación. Molesto por haberse quedado sin empleo “por una decisión gubernamental”, Raúl González expresa su decepción al contar que han sido varias las empresas a las que ha solicitado trabajo y le han dicho abiertamente que no, por ser del movimiento del SME: “Te dicen que cumples con el perfil, pero que no te lo dan [el contrato] porque trabajaste en Luz y Fuerza del Centro, o te piden tu carta de liquidación y la verdad que yo no me voy a liquidar, eso sería traición”. Comenta que dentro de los males, afortunadamente no tiene hijos y sólo vive con su esposa, quien lo ha apoyado todo el tiempo. Ante la falta de opciones de empleo, va con los vecinos para ver si les lava el coche, les pinta su casa, les repara algo, les cuida o baña a sus perros, aunque con pocos ingresos.

“He llorado y sufrido. Platico con mi esposa y me echa la mano, pero no siempre va a resistir”. En el Departamento de Inspección donde laboraba, Raúl González ganaba mil 200 pesos a la semana y tenía un crédito que ya no pudo pagar. Ha vendido sus pertenencias y ahora le queda la esperanza de volver a trabajar.

El agua les da ingresos

Como una alternativa para tener ingresos al no poder tener acceso a las cuentas bancarias que habían sido congeladas, y para apoyar a los compañeros, del SME surgió la iniciativa de envasar y vender agua purificada. En un principio obtuvieron una purificadora y comenzaron con agua natural; ahora han crecido y elaboran bebidas con más de 25 sabores. Guillermo Hernández Vázquez, uno de los encargados del sitio de elaboración y venta, ubicado en la calle Antonio Caso, en uno de los inmuebles del sindicato, comenta: “Inicialmente se formó una sociedad cooperativa de compañeros en resistencia y se adquirió el equipo de purificación; primero fue el agua natural y ahora la hacemos con fruta: uva, piña colada, citrus, manzana, limón, fresa, mandarina, horchata con avena, mango, fresa con guayaba, entre otras”. Ex trabajador del Departamento de Transportes de LyFC, con antigüedad de 19 años, lapso en el que desarrolló diferentes actividades, Guillermo Hernández reconoce que el negocio del agua ha sido una buena alternativa y decisión del sindicato.

Presume la calidad de la purificación del agua, que es sometida a varios procesos y que en lugar de edulcorantes artificiales, para las de sabor utilizan azúcar y fruta natural. Su principal punto de venta es en las movilizaciones. De eso también depende el volumen de la producción, pero han comenzado a distribuir en otros sitios, como comercios y zonas habitacionales. La empresa aún es pequeña, pero confía en que tiene todo para crecer. De acuerdo con la dirigencia del SME, la situación económica de varios de sus integrantes ha derivado en conflictos familiares y en divorcios.

Se han dado casos que ante la desesperación y la crisis de algunos, los ha llevado a enfermarse e incluso algunos han fallecido como consecuencia del golpe emocional por haberse quedado sin empleo. Los integrantes son creativos, capaces y principalmente tienen la fuerza para salir adelante, pese a las críticas en su contra, incluso de ciudadanos que se molestan cuando se movilizan. “La lucha es por algo que nos arrebataron de manera ilegal, porque nos dejaron sin trabajo y han hecho todo por acabar con nuestro movimiento, pero eso no será posible”, dice Martín Esparza, dirigente del SME.

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