Martín Esparza Contralínea
Ni con todas sus disculpas públicas, el titular del Instituto
Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello, ha podido –ni podrá–
enderezar el frágil barco de la democracia institucional que antes de las elecciones del pasado 7 de junio se fue a pique.
El antiindigenismo mostrado por el máximo árbitro de las elecciones en
el país puso en claro no sólo su intolerancia al reclamo de diversos
grupos sociales por mayores espacios políticos; además, vino a comprobar
que su designación como consejero presidente no obedeció, en
contrasentido a sus funciones y responsabilidades, a proceso democrático
alguno, sino al nombramiento impuesto desde las altas esferas del poder
por sus influyentes amigos, como el jefe de la Oficina de la
Presidencia, Aurelio Nuño Mayer.
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