La punta del iceberg
Martín Esparza Flores Revista Siempre
En la antesala de la discusión de las
leyes secundarias en materia energética, legisladores del PRI y del PAN
se esfuerzan por quitarse de encima el lodazal del que se han impregnado
por la irresolución y solapamiento al caso de la firma Oceanografía que
ha resultado ser uno de los más claros ejemplos de la corrupción en que
se vieron envueltos los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón en
el manejo discrecional de multimillonarios contratos otorgados por Pemex
a sus socios, amigos y familiares.
Si un rasgo mínimo de justicia se
albergara en el agonizante Estado de derecho en México, ambos
exmandatarios debieran estar en el banquillo de los acusados
respondiendo a la nación por los cuantiosos quebrantos ocasionados a las
finanzas de la paraestatal —ahora en riesgo de transformarse en
“empresa productiva del estado”—, que sirvieron para que pillos como el
ahora acusado, Amado Yáñez Osuna, lograran amasar, en menos de una
década, una considerable fortuna gracias al tráfico de influencias
ejercido a su favor por panistas como el entonces director de Servicios
Marítimos de Pemex Exploración y Producción, Mario Ávila Lizárraga,
ligado al desaparecido Juan Camilo Mouriño, y a los hermanos Manuel y
Javier Bibriesca Sahagún, hijastros del expresidente Vicente Fox.
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