Martin Esparza Contralínea
La reciente Cumbre de la Comunidad de  Estados Latinoamericanos y Caribeños-Unión Europea, celebrada en  Santiago de Chile los días 26 y 27 de enero, vino a confirmar que la  recesión económica que enfrentan los países del viejo continente ha entrado a una nueva etapa de agudización que les ha llevado a la  “imperiosa” necesidad de buscar nuevos mercados externos para sus  inversiones y exportaciones.
La  llamada “gran recesión” de 2008-2009 que golpeó duramente a los países  capitalistas desarrollados y a las naciones más débiles de Europa, entre  éstas Irlanda, Grecia, Islandia y España, extendió, en 2011, sus  efectos al resto de la Unión Europea, que hoy en día pasa por el momento  más grave y dramático de su historia.
Los estragos que, en lo social, la  crisis de la Unión Europea ha traído a su población mediante la  aplicación de las llamadas políticas de austeridad por parte de sus  gobiernos, son inmensos, pues lejos de buscar salidas diferentes a las  planteadas por el decadente modelo neoliberal insisten en rehuir a su  responsabilidad social, y optan por dejar de invertir en sus propios  países, con lo que dejan tras su “huida al exterior” a 26 millones de  personas en el desempleo.
 
 
 
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