Sin rival: campeón mundial de la impunidad
Martín Esparza Flores / Revista Siempre
Seguramente que cuando en 1951 al entonces director ejecutivo de la cervecera irlandesa Guinness Brewery, Sir Hugh Beaver, se le ocurrió poner a debate comparativo entre sus amigos de caza si el chorlito dorado era el ave más veloz de Europa y no el urogallo, recopilando tales hechos poco comunes y hasta entonces desconocidos, en un libro, nunca pensó que 61 años después su ingenioso invento de los récords Guinness serviría de tablita salvadora para la imagen de políticos corruptos y autoritarios como Felipe Calderón.
Cual si se tratara de un espectáculo circense más que la labor de un gobierno encargado de ejecutar políticas públicas, los estrategas de imagen y mercadotecnia de Calderón se la pasan muy orondos mostrando los dos títulos que el Guinness World Records ha entregado a su administración: el primero, por la construcción del puente atirantado más alto del mundo, el Puente Baluarte que une los estados de Sinaloa y Durango, y cuya altura es de 402 metros, 80 metros más alto que la Torre Eiffel.
Por supuesto que si de costos se tratara, obras como la ya citada y la Estela de Luz entrarían a los récords Guinness, pero como las construcciones más caras en su tipo: la vergonzosa Estela, que es un elefante blanco y un monumento a la corrupción, costó mil cien millones de pesos —el triple de su precio inicial—; y el Baluarte, 2 mil 180 millones, el cual aún sin concluir los amanuenses de Los Pinos se las arreglaron para que fuera extendido el reconocimiento.
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