Sin comparsas ni esquiroles
Revista Siempre
El avasallamiento que los poderes empresarial y político han hecho en contra de los derechos laborales de los millones de trabajadores en México ha conducido a organizaciones sociales, catedráticos universitarios y sindicatos independientes, a la serena y profunda reflexión sobre la apremiante necesidad de fundar una nueva central de trabajadores en el país que frene el desmantelamiento sistemático de las conquistas sociales adquiridas por la clase trabajadora y que ahora como nunca buscan ser borradas de la Constitución y de la Ley Federal del Trabajo, mediante la pretendida reforma laboral que impulsan el PAN y el PRI.
Nunca antes un gobierno dio tantas muestras de intolerancia y persecución contra los sindicatos independientes. A gremios como el de los mineros o de los electricistas del SME se les ha negado la justicia, pero, en contrasentido, con Felipe Calderón, el charrismo sindical y su caduco corporativismo expresado a través de obsoletas centrales como la CTM, han tenido protección y cobijo para jugar el triste y vergonzante papel de comparsas y esquiroles.
Pruebas de tan indignante complicidad y subordinación hay por doquier. Una de las más evidentes ha sido el caso de los mineros de la sección 65 de Cananea a quienes la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje les negó el derecho a huelga. Cínicamente, poco tiempo después, la mina reinició sus operaciones bajo la complacencia de las autoridades laborales que de inmediato se aprestaron a reconocer otro sindicato de filiación cetemista que contrató nuevos trabajadores pero con salarios y prestaciones muy inferiores a los que había conquistado el sindicato minero.
En la antes zona de influencia de Luz y Fuerza del Centro, otro charro cetemista, Víctor Fuentes del Villar, puso de tapete al SUTERM permitiendo que la CFE admita que infinidad de empresas contratistas presten un servicio de mala calidad en perjuicio de la lucha del SME por recobrar su fuente laboral, y de los propios de los usuarios.
Este modelo de corporativismo sindical, anacrónico y corrupto, debe ser desplazado por el bien de los trabajadores, pues también bajo su complacencia existen miles de contratos de protección que permiten a empresarios voraces y poderosas cadenas trasnacionales pisotear los derechos laborales de millones de mexicanos.
Por eso, es apremiante que en una convocatoria nacional, organizaciones sociales, académicos y sindicatos independientes, sentemos las bases de una nueva central de trabajadores que luche por sus derechos pero también por los de los campesinos y los demás sectores sociales que sufren los embates de un poder empresarial, aliado con un poder político que ha no sabido equilibrar con la justa aplicación de las leyes laborales, las relaciones entre el capital y el trabajo.
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