“la Suprema Corte de Justicia tiene que escucharnos”
Edgar Belmont[1]
Entrevista a María del Rocío Higuera
en huelga de hambre desde el 3 de mayo 2009
Zócalo de la Ciudad de México
20 años de antigüedad en el
Departamento de Oficinistas varios.
Enterarse de la ocupación de las instalaciones de Luz y Fuerza Centro y del decreto de extinción de la empresa fue un momento traumático no sólo para la o el trabajador(a) electricista de los distintos departamentos operativos o administrativos; sino también, para el entorno familiar: un shock. Sin haber sido vencidos en lo contencioso, miles de mujeres y de hombres, la mayoría “cabeza de familia”, con la “obligación” de velar por el bienestar de sus hijos, de un día a otro, como nos señala María del Rocío (56 años, viuda, con un hijo de 16 años): “sin saber por qué, de la noche a la mañana”, se encontraban “a la mitad de la calle”; refiere María.
Con el decreto de extinción de LyFC están en juego, subraya nuestra entrevistada, el respeto a los derechos humanos, “tanto los de nuestros hijos, como los de nosotros”: [refiriéndose al Poder Ejecutivo, Lic. Felipe Calderón] “nos quitó el derecho a comer; nos quitó el derecho, a nuestro hijos, de estudiar; nos quito el derecho a la seguridad social”. El sentir que han sido despojados de sus derechos es algo que les cambio la vida, sin embargo, este sentir puede enmarcarse de diferentes formas. María del Roció piensa, sobre todo, en el “futuro” de su hijo, quien es, al mismo tiempo, una de la razones que la motiva y que le dan fuerzas para mantenerse en la lucha; se trata, sin embargo, no sólo de que él, su hijo, tenga un mejor futuro: “un buen México”, “distinto al que nos toco vivir”; sino también, un país más libre, “donde pueda decir lo que él quiere, […] lo que piensa”, “necesitamos gente que diga lo que no le parece, que diga esto no me gusta y voy a oponerme hasta el final”.
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